Cultura de paz-Texto
La
convivencia pacífica y democrática tiene que ver con la manera de
relacionarnos con las demás, estos lazos sociales son los que nos permitirán ir
creciendo día con día como nación. Para que se dé la convivencia es necesario el
respeto y la estimación, que no haya discriminación por ser de otra religión o
posición económica. La cultura facilita a que todas las personas tengan
conocimiento de que somos parte de la raza humana y que todos somos iguales.
Todos
somos diferentes pero si sabemos escuchar y vivir con la distinta ideología que
tiene cada individuo ya sea por otro idioma, cultura, raza, religión en
armonía sin que los derechos de una persona avancen sobre los derechos de los
demás la Tolerancia, entendimiento y deseo de vivir en paz debe ser el mensaje.
La
convivencia democrática es aquella que se fundamenta en los valores del respeto
mutuo, de los derechos y de los deberes, y en la capacidad de sacrificio -o
para ser más exactos- recuperar el esfuerzo como valor. Desde el punto de vista
de los procedimientos, el modelo de disciplina se basa en el diálogo, en el
razonamiento, en la negociación y en la persuasión.
Tanto en
el plano escolar, como en el social, la convivencia exige proveerse de un
marco de normas que la regulen, admitiendo que es imposible encasillar
toda la realidad social en una lista de artículos, por muy larga que ésta sea.
Estas normas deben ser aprobadas por todos a quienes afecten, después de una
discusión exhaustiva y libre. Es decir, debe conjugarse el respeto -de
todos/as para con todos/as- como necesidad para aprobar y consensuar
normas de funcionamiento, tanto en las familias como en los centros educativos.
Normas que, por tanto, deben ser sentidas, discutidas y aprobadas por todos/as
los que conformamos una determinada comunidad de convivencia, que debemos
tomar como referente los principios democráticos y los derechos humanos. Este
modo de construir la convivencia es la mejor garantía para su efectividad, ya
que las normas son sentidas, valoradas y aceptadas como propias. Sin
embargo, este procedimiento, igual que la convivencia, en general, no puede
prescindir del aspecto central del poder o poderes que actúan en un centro
o sociedad determinados.
Para desarrollar una convivencia pacífica, es
necesario respetar las concepciones morales y los valores de todas las
personas. Esto implica aceptar a las personas con sus creencias y valores, sin
menospreciarlas por ser diferentes. Sin embargo, existen valores fundamentales
que conforman un marco de convivencia pacífica y justa entre los seres humanos.
Estos son:
• La
tolerancia. Implica un respeto activo a los valores e ideas que no compartimos.
Consiste en el interés por comprender a los otros y ayudarlos a llevar a cabo
sus planes de vida.
• La
equidad. Es la situación que permite que todos los individuos de una sociedad
tengan las mismas oportunidades de desarrollo.
• El
diálogo. Es el mejor mecanismo para resolver problemas de convivencia. Solo
puede ser considerado un valor si se respetan las reglas de equidad y respeto
mutuo.
• La
solidaridad. Es una conducta ética enfocada en el apoyo a los más débiles para
que alcancen la mayor autonomía y autoestima posibles. Además, permite explotar
al máximo los propios talentos en provecho del grupo y de la sociedad.
• La
legalidad. Es la capacidad de actuar de acuerdo con las leyes en todas las
situaciones.
En fin, para respetar la convivencia pacífica y
democrática hay una obligación moral y subjetiva que es la que nos cabe como
integrantes del género humano y que está basada en que todos los seres humanos
deben tener un trato igualitario sin importar las diferencias de origen. El
respeto a la ley, que no es ni más ni menos el respeto de los derechos
individuales de las personas porque justamente la ley es el sostén de la
libertad de todos y cada uno y no de uno sólo en detrimento de otro.
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